Siento no escribir cuando lo que más quiero en este momento es decir todo entre líneas, no en directo, no a la vena.
Quisiera que todo valiera la alegría y no la pena.
Quisiera decir y no decir sólo por no querer escuchar.
Si hay algo que me gusta es caminar. Sea de mañana, tarde o noche, sin embargo, la noche tiene algo que nunca me dejará de gustar, ese aire fresco, ese ambiente de final, ese pedacito de día que queda colgando de un hilo y en el que tantas cosas pueden pasar y que determinará el final del día y el comienzo del siguiente.
Si te dijera...pero en un segundo decidí no decir, no pensar más, enmudecer falsamente.
"No intentes jamás ser algo que no eres..." eso salió de un comentario y es exactamente lo que no quiero hacer en este momento, tal vez lo que nunca debí pretender.
A veces me pregunto por qué las cosas deben pasar en un determinado momento, ni antes ni después. ¿Ahora tendrá qué ser ese momento? Es curioso, al final toda pasa en su justo tiempo, todo calza perfecto después de meditarlo.
Después de la tormenta siempre sale el sol y el sol brilla nuevamente ante mí.
Una noche de esas que no pasan desapercibidas salió el sol, una noche larga y húmeda deshizo un poco el mundo y luego lo volvió a armar.
Hay cosas que nunca se olvidarán, eso es un hecho, pero dejemos atrás lo que ya quedó atrás,
el pasado no se borra, eso fue y siempre será. El pasado, pasado está, no hay por qué traelo al aquí, al ahora. Si algo está presente, es el futuro, ese incierto camino por delante que quiero seguir caminando.
Y terminando un día amargo, caminando de noche, me encontré un saco de palabras para oír. Comenzando un día dulce espero que ese saco no tenga nunca fin.
(El sol salió y la luna le robó el color... y su amor)
Véronique