sábado, 20 de agosto de 2011

El color de la mañana

Camino, camino lentamente por esa calle de árboles perfectamente alineados, las hojas caen cuidadosamente a mi lado, siento mis manos tibias, mi cabello desordenado y mis labios besados.
Camino y siento el son de la música, es suave y sin alteraciones, me siento tranquila, sin quejas ni objeciones. El sol naciente traspasa el techo de hojas arriba de mi cabeza y me golpea directamente en la cara, me arrugo y río sin esfuerzo. Quedo mirando un cielo verdeazul sobre mí, los autos pasan, la gente pasa, el tiempo pasa.
Camino, mis piernas rozan el pasto, me derrito y siento cosquillas en mi espalda, unas manos me cierran los ojos y quedo ciega por un instante. Escucho el canto de los pájaros y la vibración del mundo en mí. Mi cuerpo se tiende sobre un cálido suspiro, un olor a mañana y sudor, una mezcla de rosas y de piel se posan en mi nariz. Una brisa descubre mis pies y me recorre de sur a norte, se me eriza la piel y un día de verano me recuerda y se recuesta sobre mí. Escucho el susurro del mar en mi oído y abrazo a mi lado el salado sabor marino que se queda en mis labios.
Viajo por la profundidad del mar que se ahoga en mis ojos, me rescata un día de otoño en el que me embarqué, me toma de las manos y limpia mis vidriosos ojos empañados. Se afina mi olfato y recojo la desnudez que se dibuja en el aire, el vapor me enseña a sentir con las manos, a sentir con cada parte de mi cuerpo.
Viajo, viajo como los nómades, viajo por desiertos, selvas y montañas, por valles, islas y océanos. Recorro caminos, algunos vírgenes, algunos transitados, me detengo y me quedo y vuelvo a emprender el viaje, conozco nuevos lugares, nuevas formas, nuevos paraísos.
Viajo, viajo como las hojas en otoño, como las aves en época migratoria, como los veleros en el infinito llegando hasta donde se esconde el sol.
A veces temo a no encontrar el camino de regreso, aunque tal vez no haya ninguno.
Me refugio bajo un árbol de grandes ojos, ramas fuertes y raíces firmes. Acaricio su corteza tibia, me aferro a él, y me dejo llevar por sus surcos.
Me entrego a su protección, a su naturaleza, a su cuerpo de hombre.

(Sólo tú sabes lo que esto significa)

P.D: Para tí :)