Escuchar a alguien hablar puede traer distintas consecuencias, el silencio puede abundar o las palabras pueden atacar.
Cuando las palabras se quedan dormidas en la lengua, luego terminan por ser tragadas y recorriendo un camino doloroso llegan a otro lugar, un lugar oscuro y profundo, un lugar en el cual no pueden salir, sino que se quedan dando vueltas y vueltas...
Es ahí cuando las palabras se vuelven un pensamiento viajero. Con derroteros desconocidos, con peaje prohibido, con una carga imposible de atravesar la puerta de entrada y por lo tanto, imposible de llevar a la salida. Entonces se queda ahí haciendo estragos.
Puede que por el contrario la voz rompa el hielo y las palabras quemen en un ardiente fraseo los oídos de quien las escucha y quizá la garganta de quién las diga, sin embargo, las palabras se las lleva el viento, y aunque lleguen directamente al punto de quiebre, no desgarrarán tus entrañas de a poco hasta convertirse en algo que nadie quisiera. Esa rabia que te quema por dentro y que oculta algo en su acto, algo que nos daña silenciosamente.
Puede que las palabras duelan, pero es algo que se cura.
Cuidado con los pensamientos, que matan.
Véronique Cuando las palabras se quedan dormidas en la lengua, luego terminan por ser tragadas y recorriendo un camino doloroso llegan a otro lugar, un lugar oscuro y profundo, un lugar en el cual no pueden salir, sino que se quedan dando vueltas y vueltas...
Es ahí cuando las palabras se vuelven un pensamiento viajero. Con derroteros desconocidos, con peaje prohibido, con una carga imposible de atravesar la puerta de entrada y por lo tanto, imposible de llevar a la salida. Entonces se queda ahí haciendo estragos.
Puede que por el contrario la voz rompa el hielo y las palabras quemen en un ardiente fraseo los oídos de quien las escucha y quizá la garganta de quién las diga, sin embargo, las palabras se las lleva el viento, y aunque lleguen directamente al punto de quiebre, no desgarrarán tus entrañas de a poco hasta convertirse en algo que nadie quisiera. Esa rabia que te quema por dentro y que oculta algo en su acto, algo que nos daña silenciosamente.
Puede que las palabras duelan, pero es algo que se cura.
Cuidado con los pensamientos, que matan.