Hoy miraba los árboles mientras me acurrucaba entre tus brazos, el cielo estaba arriba como siempre y el pasto como siempre abajo, picándome las piernas, los brazos y la cara, mi pelo desordenado pero nada de eso me importaba. Estábamos en ese parque que tantas veces nos vio llegar de la mano, caminando al paso de las parejas jóvenes que nada temen de la vida, nos vio llorar y reír con la misma fuerza, nos vio a la luz del día y a la luz de la luna, y a veces en la oscuridad de la noche nos sorprendió con la visita de unos ratones juguetones que nunca pensé ver en Santiago, pero ahí estaban, paseándose por entre los árboles acompañando nuestras primeras escapadas en la que nada nos importaba más que estar juntos aunque fueran las doce de la noche y al otro día tuviéramos que ir a la universidad. Ahí estamos, estuvimos y aun seguimos estando después de tanto tiempo, porque sólo necesitamos estar juntos para estar bien, porque de haber sol, lluvia, nubes, frío o calor, estamos el uno para el otro para dar una sonrisa, un abrazo, una palabra o la compañía que necesitamos.
Véronique